9.18.2013

El día que no llegué. Parte II


La historia continúa: con la idea de tener 2 horas más de espera en el aeropuerto, pensé que podría comer algo tranquilamente. Compré una ensalada de pasta, un baggel con queso y un jugo de manzana. Me senté en un lugar alejado de mi puerta de embarque para comer y navegar por internet mientras pasaba el tiempo. Incluso le escribí un e-mail al señor que me rentaría el cuarto para comentarle que llegaría más tarde y justamente a las 6 p.m. ocurrió el desastre… Cuándo veía el correo electrónico me percaté que tenía un e-mail nuevo de la compañía aérea avisando de un cambio de sala del vuelo que ya había realizado, el de México-NY. Y me extrañó que no hubiera otro correo alertándome del retraso del siguiente vuelo puesto que es una información mucho más importante que un simple cambio de sala. Con la cara blanca y la adrenalina a flor de piel me dirigí a la puerta de embarque de mi vuelo y ahí me comunicaron que el abordaje estaba cerrado y que el avión despegaría sin mi. Con los sentimientos traspuestos me dirigí a la mesa de información de la aerolínea, expliqué mi confusión y pedí que me pusieran en el vuelo a Montréal que aparecía en las pantallas como retrasado y que era de la misma compañía. Lo que me dijeron fue aún más alucinante, ese vuelo no existe. ¿Que qué? Es decir, ¿ponen en las pantallas la información de un vuelo que no existe? Pues sí, y solo para confundir a las personas confiadas como yo. El próximo vuelo a Montréal salía a las 7:50 a.m. el día siguiente, me dieron un pase de abordar (sin cargo extra) pero como era mi culpa no haber abordado mi vuelo, la compañía no se hacía cargo ni de proporcionarme hotel ni alimentos. Tardé varios minutos en asimilar la situación y en perdonarme a mi mismo por semejante descuido. Siempre hay una primera vez para todo, así que esta vez me toco perder un vuelo por vez primera (¡o por güey¡).

 
 Así me quedé yo, mirando al cielo en busca de alguien.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario